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[RESEÑA] Fascismo tardío, un libro para nuestra coyuntura de interregno

Por Claudio Aguayo-Bórquez


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El capitalismo contemporáneo muestra no sólo la vitalidad de la reproducción de sus mecanismos compulsivos – el plusvalor, la subsunción, la destrucción de la naturaleza – sino también de las resistencias que, como las crisis, le son intrínsecas. Muchas de estas resistencias no expresan, desde luego, una dialéctica anticapitalista obrera, sino revueltas de pequeños propietarios y pequeñoburgueses aterrorizados frente al nuevo Behemoth estatal, que amenaza con endurecer cargas impositivas para granjeros y agricultores. Parafraseando a Furio Jesi, podemos decir que la simbología de estas revueltas agrícolas está lejos de corresponderse con la cultura política de la izquierda europea. En España, los agricultores sacan a relucir banderas con el escudo monárquico, en contraste con la vieja costumbre izquierdista de ondear el tricolor republicano en las marchas. Son dinámicas de identificación e interpelación simbólica e ideológica que ya habíamos visto en la revuelta ucraniana de 2014, cuando la “Revolución de la dignidad” incluyó entre sus próceres a nazis declarados como Stepan Bandera. Recordemos también que, en plena pandemia, en 2020, el propietariado camionero canadiense inició una masiva campaña de cortes de ruta y protestas contra las restricciones para enfrentar al COVID-19. Incluso la revuelta chilena de 2019 tuvo un reverso reaccionario en la gigantesca votación popular que rechazó el experimento constituyente de las clases medias chilenas progresistas, en 2022. Estos y otros hechos motivaron el surgimiento de la tesis popularizada por Pablo Stefanoni, pero también por el filósofo brasileño Vladimir Safatle: la idea del retorno de una rebeldía de derechas, de un compromiso libidinal con lo que está fuera de la ley y el culto de la violencia en nombre del orden, la patria, y los valores tradicionales.


El libro de Alberto Toscano, Late Fascism (2023) llega en un momento crucial, porque esta suerte de goce de la transgresión fascista comienza a aparecer, cada vez más morbosamente – en el sentido de Gramsci: en el interregno aparecen los fenómenos morbosos – como una oposición molar de ideologías inorgánicas, como una violenta confusión de los tiempos, y una profusión de la “no-contemporaneidad” blochiana.[1] Toscano parte su libro con una advertencia valiosa: por más que esta nueva coyuntura de interregno, de “tiempo liminal” como le llama Álvaro García Linera (2022) ofrezca similitudes con el período de entreguerras y la república de Weimar, finiquitada por el ascenso de Hitler al poder en 1933, debemos evitar a toda costa el “espectro de la analogía”, los servicios ofrecidos por un colapso analítico-historicista de nuestro tiempo en el tiempo del fascismo histórico de Hitler y Mussolini. El “impasse” (deadlock) de la analogía o del analogismo, señala Toscano, debe ser contrastado con la observación radical, aunque obvia, de que el período de entreguerras no guarda similitudes con el interregno actual, sobre todo en términos de la “dialéctica de las clases y del capital”.



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Alberto Toscano, Late Fascism. Race, Capitalism and the Politics of crisis, Verso, 2023.


Haciendo eco de la tradición abierta por Gyorgy Lukács, Toscano indica una primera diferencia crucial entre la actual coyuntura y la no-contemporaneidad prefascista de entreguerras: la ausencia de toda conciencia de clases. Toscano asume la tradición lukacsiana, más allá de su profusión conceptual dialéctica, aunque heterodoxa, en el sentido de que la “clase” no llega a constituirse más que como punto de vista, como conciencia de clase, o en términos de Mario Tronti, como parcialidad. Es en este sentido que hace suya la advertencia de Walter Benjamin acerca de considerar a la pequeñoburguesía como una “clase”: la diferencia entre una masa – relativamente amorfa – y una clase pasa por la preponderancia y la emergencia de un punto de vista. Por tanto, se trataría de evitar los sociologismos, la reducción de la clase a un mero datum del todo social, cuantificable y medible mediante factores como el ingreso o incluso la participación – o no – en tal o cual proceso interno al modo de producción capitalista. En este sentido la advertencia contra uno de los riesgos del impasse analógico historicista corre también para los contemporáneos cantos de sirena que llaman a “seducir” a una clase obrera supuestamente derechizada y conservadora, como efecto del giro hacia el liberalismo woke de las izquierdas globales. Puede que esos desplazamientos internos en la cultura de la izquierda, primariamente metropolitanos, contengan su propio núcleo de verdad, pero eso no indica que haya un camino desde la “falsa totalidad” de las masas seriales empobrecidas, volcadas hacia el nuevo fascismo, y la política de clase que nuestro tiempo reclama. La clase, indica Toscano, debe ser pensada como el “anticuerpo” y no como el “portador” del virus fascista (2023, 23).


En este sentido este libro constituye una respuesta inesperada a los análisis sobre la derecha que priman recientemente en un segmento de la izquierda latinoamericana, centrados en la enunciación analítica de sentimientos de insumisión libidinal frente al orden, que adquieren un carácter antidemocrático y reaccionario. El problema fundamental de esta dialéctica es lo que la palabra “rebeldía” es capaz de expresar como denominador ontológico. Toscano, en este sentido, descubre una difracción: la rebeldía y el contenido libidinal que conlleva ya no es la misma cuando es conservadora. De hecho, el neoliberalismo es “siempre-ya” fascista, para usar una fórmula filosófica. Mediante una revisión de la literatura del marxismo negro norteamericano, Tocano muestra el nexo analítico entre el fascismo y el capitalismo racial. Citando a Ruth Wilson Gilmore, el autor indica que las consecuencias del capitalismo racial se hicieron sentir como fascismo mucho antes que el ascenso de Hitler, Mussolini o inclusive Franco, para segmentos de la población mundial previamente racializados en los procesos mismos de reproducción ideológica y material de la acumulación. Por otra parte, el neoliberalismo también se nutre de lo que el autor llama “libertad fascista” (fascist freedom), es decir, de una incitación comodificada al goce de la transgresión, y por tanto la llamada rebeldía de derechas no es algo intrínsecamente nuevo o novedoso, sino que nuestra época de interregnum la convierte en un síntoma extremadamente visible del capitalismo contemporáneo. La libertad fascista incluye de suyo el “anti-estatalismo fascista” (72) y el “pluralismo fascista” (94), que producen el paradójico efecto de una estereotipia por medio de la multiplicación, una homogeneización de lo social nutrida de una incitación permanente hacia lo nuevo.


El análisis sobre el fascismo tardío propuesto por Toscano llega a la conclusión de que la “blanquitud es el hueco pulsátil” (pulsing void) que late en el corazón de la máquina mitológica de la derecha contemporánea. Los efectos fascistas de la reconstrucción neoliberal de lo popular comenzada en la época de Pinochet, Thatcher y Reagan se hacen sentir ahora como entronización radicalizada y transgresiva del racialismo, y la disolución catastrófica de toda política de clase. Proliferante en sus recursos, que van desde Furio Jesi hasta la crítica adorniana del capitalismo serial, Toscano recurre – una vez más en su obra – en un punto del libro al concepto del filósofo marxista Alfred Sohn-Rethel, todavía bastante desconocido en la escena intelectual latinoamericana: abstracción real.[2] Ubicado en los debates sobre la teoría del valor, Sohn-Rethel intentó exponer la emergencia dialéctica real, en el intercambio de mercancías, en la síntesis social efectuada en la circulación capitalista, de las categorías a priori del conocimiento moderno. Para Toscano, el concepto sohn-retheliano tiene una función adicional: la de mostrar la vida fascista y las categorías con las que funciona, como efectos sobredeterminados de las complejidades flexibles del capitalismo tardío.


El concepto de abstracción real ayudaría a mirar el fascismo más allá de la “hipótesis represiva”, para usar un término de Foucault, que considera la vida fascista como el efecto de la sexualidad pequeñoburguesa, el puritanismo, etc. Incluso más: pensar el fascismo como abstracción real contribuye a explicar fenómenos como el erotismo fascista y su compromiso con la transgresión, analizado por autores como Klaus Theweleit (1989), o la emergencia de lo que Toscano llama las “tendencias autoritarias del empoderamiento femenino” (153). La pregunta sigue siendo cómo, ya que el uso laxo del concepto de abstracción real indica un destino, pero no resuelve las vías, los caminos, y todo eso que hay entremedio. En este sentido puede que haya un eclecticismo productivo en el libro de Toscano, pero a diferencia de otras lecturas más críticas de su obra, considero que esta tentativa ecléctica produce efectos positivos para la teoría contemporánea. Late Fascism es una invitación a pensar nuestro confuso interregno latinoamericano, con sus Milei y sus Bolsonaros, una vez más, sin recurrir a los servicios de la metodología aditiva y el apilamiento de observaciones más o menos salvajes. Se trata de una reivindicación de la dialéctica, de una “ética de la síntesis”[3], en una época que parece rechazarla por todos lados, cuando el pluralismo fascista se vuelve incluso el método de nuestra ciencia y de nuestras epistemes, centrales para una nueva política clasista. Creo que la indicación fundamental de Toscano es que tal política clasista no surgirá de las “masas seriales” actuales y la falsa totalidad neoliberal con la que se comprometen tan sensiblemente, sino de una ruptura teórica y política difícil de ubicar en la internidad de la vida fascista.





Bibliografía


-Toscano, Alberto. Late Fascism: Race, Capitalism, and the Politics of Crisis. Verso, 2023

-______________. Fanaticism: On the Uses of an Idea. Verso, 2021.

-Jason W. More, “Climate, Class & the Great Frontier. From Primitive Accumulation to the Great Implosion”. https://jasonwmoore.com/wp-content/uploads/2021/09/Moore-Class-Climate-and-the-Great-Frontier-circulating-September-2021.pdf

S-afatle, Vladimir. “The Brazilian Matrix: Between Fascism and Neo-Liberalism”, Krisis 40 (1), 215-233, 2020

-García Linera, Álvaro. “Tiempo histórico liminal” en https://jacobinlat.com/2021/01/05/tiempo-historico-liminal/



NOTAS


[1] Basta con echar una mirada al campo político de la izquierda, donde el putinismo esperanzado en las posibilidades de contención global que ofrece un régimen abiertamente inspirado en el pasado imperial ruso y el tradicionalismo expansionista, convive con liberales pro-israelíes que se apresuran a condenar a todos los segmentos de la resistencia en Palestina. Inclusive parte de la contención de este nuevo deseo anti-institucional del orden patrio, como le llama Safatle (2020), proviene de segmentos de la burguesía comprometidos con los valores simbólicos del tolerantismo capitalista, el participativismo seudo-democrático, y la peligrosa utilización liberal de las luchas por los derechos de las minorías en la agenda militarista liderada a escala internacional por Joe Biden.

[2] Como ya había hecho en su libro Fanaticism: On the Uses of an Idea (2021).

[3] Tomo aquí bastante de un manuscrito de Jason W. Moore, “Climate, Class & the Great Frontier” (2021).

 
 
 

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