[ENTREVISTA] La rebelión de la distracción, o cómo des.semiotizar lo político
- pradenasrudy
- 23 feb 2024
- 31 Min. de lectura
Entrevista a Amador Fernández-Savater, por Diego Pérez Pezoa.
El recién pasado 19 de enero, del presente año, Amador Fernández-Savater tuvo la ocasión de presentar su última publicación con la editorial NED, El eclipse de la atención –un libro en co-autoría con Oier Etxeberria– en los acogedores espacios de Alma Negra Librería y plataforma (Santiago de Chile). Antes de dicho evento, Amador tuvo la bondad de regalarnos parte de su tiempo para conversar y reflexionar sobre diversos temas relacionados con filosofía, política y estética. La cordialidad, amabilidad y precisión de Amador, permitió una conversación que desplegó inquietudes que van desde el octubre chileno, el 15M español, Gaza, y las aulas de las sociedades escolarizadas actuales.
A continuación, dejamos la transcripción íntegra de la entrevista para que sea ampliamente divulgada.
Diego Pérez: Querido Amador, buenas tardes, te agradezco muchísimo por concedernos parte de tu tiempo para esta entrevista. Me gustaría comenzar con un ejercicio reflexivo comparativo sobre lo ocurrido aquí en Chile, en octubre de 2019, que, como sabrás, tras una gran revuelta popular, todo se redujo a un gran acuerdo nacional de la clase política para apalear la crisis generada a un nivel económico, social y político, y con lo ocurrido en España el 15 de mayo de 2011, donde, al parecer, la expresión popular removió los cimientos de la clase política y las percepciones de la gente sobre la sociedad española, al igual como ocurrió acá en Chile. Posteriormente, en España, esta revuelta popular dio paso al movimiento global de indignados, o el también conocido Movimiento 15M, que sirvió, incluso, para impulsar movimientos políticos representativos con un gran caudal social –estoy pensando en podemos y sus adeptos y adeptas. Aquí ocurrió algo similar: tras la revuelta popular, hemos escogido como presidente a un representante de la clase política que, por ese entonces, generó lazos considerables con la sección profesional e intelectual de indignados en Chile. Ahora bien, ¿qué comparaciones, diferencias y similitudes aprecias entre ambas experiencias de revuelta popular contra lo biopolítico de la razón gubernamental?, ¿desde qué óptica –filosófica, ciudadana, sociológica, por nombrar algunas– abordaste la experiencia del 15M, y que te permite generar una lectura comparativa con lo ocurrido en Chile?
Amador Fernández-Savater: Cuando comenzaron a ocurrir los acontecimientos del 15M en España, con mis amigos y amigas nos acercamos a manifestarnos como ‘indignados’, pero, claro está, también lo hacíamos desde la óptica de quienes que, con un bagaje intelectual adquirido desde la academia, nos apresurábamos en tratar de ofrecerle un sentido a todo lo que estaba ocurriendo. La mayoría de los analistas políticos y científicos sociales se apresuraban en tratar de convencer a las audiencias y la clase política con explicaciones teóricas e hipotéticas que no encajaban con las metodologías, vías y caminos que los indignados tomaron para establecer y conseguir las quejas y demandas múltiples que se planteaban. Por ejemplo, los seguidores de Agamben decían: esto es la “singularidad cualquiera”; los de Rancière decían es la “parte de los sin parte”, etc. Entiendo la ansiedad. De hecho, yo soy el primero que lee a todos estos autores y chiflan tratando de comprender la realidad a partir de estas matrices teóricas. Pero, por ese entonces nos dijimos, ¿y si hacemos el ejercicio weiliano (Simone Weil) de espera; esperar en lugar de aplicar modelos explicativos? Como si lo que estuviera pasando ya hubiese sido pensado por algún autor. Entonces, si fuese así, no habría ninguna novedad de lo que está pasando, ninguna singularidad de los acontecimientos. No habría ningún matiz en los acontecimientos mismos. Se apresuraban es constatar que lo que estaba ocurriendo ya estaba pensado en la obra de uno de nuestros ‘superhéroes’. Entonces algunos amigos y amigas nos impusimos este ejercicio de espera. De hecho, los primeros textos que yo pude escribir –siempre en conversación, en colaboración– eran nada más que frases, detalles, observaciones, micro percepciones, todas encabezadas por una frase de Heródoto: “anoto todo lo que no entiendo”. La consigna teórica era: ¿y si anotamos todo lo que no entendemos? Anotar lo que nos desmiente, lo que nos hace problema…
Diego Pérez Pezoa: Claro, lo que nos contradice…
Amador Fernández-Savater: Claro…la pasión por lo que nos desmiente. Me parece que todo esto es muy útil para pensar. Entonces, bueno, el grupo de amigos y amigas nuevos que nos hicimos en la plaza, ahora viejos amigos, nos impusimos un poco esa tarea de escucha para no gobernar la plaza con modelos previos; porque, de alguna manera, el esquema del gobierno es el esquema que, en lugar de detenerse y percibir las potencias que están constituyendo la situación para poder habitarla, se apresura en construir a partir de ellas un modelo previo que puede ser un modelo de poder biopolítico, como tú has dicho, neoliberal, o bien también un modelo teórico científico social. Todo esto es una manera de gobernar. Entonces, nosotros nos preguntamos cómo podemos habitar; pues, habitar la plaza pasó por sumergirnos en esta experiencia, abandonarnos, perdernos, conversar, a partir de lo que no entendíamos, y tratar de captar detalles, singularidades; digamos, abrir la atención a una atención lateral, y no tanto frontal a los detalles en los que nos parecía que podíamos basarnos para intentar descifrar con categorías –por supuesto, siempre viejas, pero con un aire nuevo– lo que estaba ocurriendo, no?
Entonces, en esta experiencia de la plaza intento –porque nunca resulta del todo lo planeado– detener, suspender, interrumpir los automatismos del pensamiento para que algo pueda emerger como nuevo, para que nos podamos regalar algo nuevo a nosotros mismos como una vivencia intelectual nueva. De ahí nace el desafío de inventar maneras de escritura, lenguajes, estéticas, para captar eso novedoso, para poder comunicar eso novedoso; pues, de alguna manera, también se entiende así esta contraposición entre el habitar y el gobernar: el habitar, de alguna manera, es un estar-ahí, y eso requiere muchas veces una detención de lo que me impide estar-ahí, o sea, detener todas las maneras de ver que ya me dicen lo que tengo que ver. Entonces, un estar-ahí es un intento de activar esa atención lateral que se capta en una conversación, en una asamblea, en un conflicto, en un rincón de la plaza, aquello que no se ajusta…
Diego Pérez Pezoa: Ese estar-ahí también se encuentra, según lo que pude abordar tras la lectura de tus libros al respecto, se relaciona, no con un habitar completamente consolidado, un arraigo sobre un piso fundante, ya sea en un proyecto político determinado, o incluso sublimando determinada espontaneidad de los movimientos sociales, sino que tiene que ver realmente con una cuestión más radical, creo: al parecer tiene que ver con habitar una incertidumbre, es decir, relacionar o instalar esta idea de que la política del futuro se basa, básicamente, en abrazar esa incertidumbre, en relacionarla con la contingencia, en instalar materialidades, sensibilidades, ante la contingencia. En fin, ese estar-ahí ¿tiene que ver con una nueva relación post fundacional de la política? Pensando que esos campamentos de base instalados en la plaza estaban a la espera, también, de algunas exigencias, pero, a su vez, se caracterizaron por no tener un propósito más allá que el de estar ahí. O ¿tú ves que allí hubo un proyecto coordinado clandestinamente, subrepticiamente?

Amador Fernández-Savater: O sea, me parece, digamos, que este gesto del habitar, sí podemos ligarlo a una cierta contingencia –en tanto que apertura a algo que está pasando–, y eso exige un cierto gesto de no saber, que es lo que procuraría esta suspensión, esta interrupción; no anticiparse a lo que está pasando, no presuponerlo con categorías previas, no codificarlo según un esquema que traemos de casa, sino que poder escucharlo. O sea que también la atención –siguiendo a Simone Weil– de alguna manera podría ser emparentada a un gesto de escucha profunda. Entonces, me parece que se impone, digamos, un momento de incertidumbre, de no saber, de fragilidad. Lo que conlleva otra relación también con el ‘saber’ y con el ‘poder’. Iniciar una reflexión a partir de algo más vacilante, de algo más titubeante, de algo a lo que hay que dar un tiempo para que te de una pista de lo que está pasando. Y me parece que aquí habría una potencia de esos movimientos, hacer de la vulnerabilidad una fuerza y no una debilidad, porque habitualmente, desde un pensamiento más clásico de lo político, pues autorizarse a una vulnerabilidad, autorizarse a no saber, autorizarse a una vacilación, es visto como debilidad política. Los partidos necesitan saber por dónde van las cosas, encauzar, encarrilar, tener una teoría que explique, proponer un discurso co-relativo. Me parece que habría un gesto de apertura bien interesante en los actuales movimientos, de alguna manera femenino, de abrirnos a una vulnerabilidad, digamos, de una recepción que no lo sabe todo con respecto a lo que va a recibir…
Diego Pérez Pezoa: Claro. Por femenino te refieres al movimiento feminista, no es cierto? Cómo el movimiento feminista despliega lo político…?
Amador Fernández-Savater: Estaba pensando en un textito que leí hace poco de Freud, Análisis terminable e interminable[1], donde plantea lo siguiente: “Un problema que expresan los pacientes es que rechazan lo femenino”. Él dice lo femenino. No creo que Freud esté pensando en el movimiento feminista actual (risas). Creo que él se refería, más bien, a hombres que iban a verle a la consulta muy cerrados emocionalmente. Entonces, el psicoanálisis es realmente una apertura, un canal, digamos, donde la cura pasa por una pérdida de control de sí mismo, para comenzar a hacer asociación libre, con sinceridad, contar cosas reprimidas, no?
Diego Pérez Pezoa: …contar cosas que prefiero no contar (risas)…
Amador Fernández-Savater: Claro! Que prefiero no saber, en realidad. Donde ves todo lo inadecuado ahí, en ti. Entonces, bueno, Freud dice: hay algo en el gesto de abrirse, para pedir y recibir ayuda, para mostrar vulnerabilidad, una ignorancia con respecto a lo que está pasando, que es crucial, en lugar de tener todo el control. Freud dice: eso es un gesto femenino. Y en ese sentido creo que esta política podría, digamos, ser más femenina, en el sentido en que lo propone Freud, es decir, abrirse a un ‘no saber’. Aunque, igual podría tener que ver, en su día –no lo había pensado antes, pero lo estoy haciendo ahora– con abrirse a la dimensión del inconsciente; crítica política que sabe hacer algo con respecto al inconsciente…
Diego Pérez Pezoa: Claro, claro. Bueno, esto nos recuerda la lectura de Fredric Jameson, cierto, sobre el “inconsciente político”, o una política de la barbarie[2], incluso, donde se supone que se están elaborando todos estos elementos anímicos primitivos de una cultura que en algún momento van a emerger o van a estallar, donde van a desatarse en alguna ocasión a partir de manifestaciones discursivas o materiales. Esta relación entre conciencia, política y psiquis, me interesaría que lo conversáramos a partir de la perspectiva actual que destaca que las prácticas políticas de hoy en día se encuentran remitidas a un control psicopolítico. Estoy pensando en las reflexiones de Byung-Chul Han sobre los nuevos modos de dominación neoliberal[3]; también, en la ideología neuronal, propuesta por Catherine Malabou[4]; o bien, lo que propone Peter Sloterdijk sobre los campos de concentración de estrés[5], o, la interpretación de que los partidos políticos actuales no son más que bancos de resentimiento, bancos de acumulación afectiva[6]. Entonces me gustaría saber qué piensas a propósito de esa nueva territorialidad donde se están aplicando nuevos dispositivos de dominación, y donde la atención, precisamente la espera o el cansancio, por ejemplo, se vuelven herramientas de alteración política.
Amador Fernández-Savater: No creo que haya habido, históricamente, política de gobernar que no haya sido psicológica, o, tal como señalas, psicopolítica. Digamos que toda organización social produce una subjetividad específica, por tanto, no creo que haya ningún poder gubernamental que haya podido descuidar esa dimensión que es producir sujetos adecuados a las normas de una sociedad, que encarnan, materializan sus valores, sus referencias, sus deseos. Un asunto que se encuentra en la obra Castoriadis, muy claro, por ejemplo. O bueno, el propio Freud que dice: el acceso al principio de realidad, en tanto que renuncia al cuerpo de instalación del superyó, pues, ya es un mecanismo de control de los cuerpo. Habría un misterio…
Diego Pérez Pezoa: Claro, con Marcuse, posteriormente, queda mucho más claro este asunto sobre el principio de realidad, en Eros y civilización[7]…
Amador Fernández-Savater: Sí. A mí me gusta mucho Marcuse, que estoy leyendo mucho ahora… Ese misterio, como te decía, que está presente también en Étienne de La Boétie, con la servidumbre voluntaria[8], donde uno podría decir : ¡el tirano es uno solo y nosotros somos muchos!, ¡el rico acumula y nosotros somos pobres y desposeídos, por qué no vamos todos contra él! Claro, entonces me parece evidente que en el siglo XX fue Freud quien dice: ¡ojo!, existe este mecanismo pulsional previo incluso a la política, donde para adquirir un lenguaje, para vivir en sociedad, para disfrutar de la seguridad, de la ley, pues, digamos, hay una renuncia obligada al cuerpo pulsional y una instalación en cada uno de nosotros de un superyó, que es el delegado de Gobierno que opera como principio de realidad. Entonces, me parece que puede haber un problema en creer que la psicopolítica, o que la producción de subjetividad, sea un fenómeno exclusivo del neoliberalismo o del postfordismo, no? Yo creo que el poder, en ese caso, siempre ha sido psicopolítico. Habría en todo caso que diferenciar entre psicopolíticas, no?
Pero sí, me parece que –ahora que va a salir también un librito que reúne lo que estoy escribiendo últimamente sobre deseo y capital, y que he titulado capitalismo libidinal [9], siguiendo el hilo de Lyotard y la economía libidinal, por supuesto– hay una disputa del deseo; o sea, una disputa de las ideas de felicidad, de las imágenes de felicidad. Lo que quiere decir que el capital realmente tiene el monopolio de las imágenes de felicidad; lo que me parece que es una victoria total.

Foto: Alma Negra librería y plataforma.
Diego Pérez Pezoa: Y cómo puedes enlazar estas ideas sobre la felicidad y las imágenes capitalistas con lo que propones en tu libro Habitar y gobernar[10], donde, por un lado, esta lucha de las imágenes y del deseo reactivan el imaginario político y, por otro lado, también, diferencian entre un movimiento de la sociedad y un movimiento social. En esta diferencia, a mi parecer, se están desarticulando también las categorías, o incluso las imágenes, que utiliza la academia –una academia que se encuentra inserta en los circuitos libidinales del capitalismo cognitivo– para entender los movimientos sociales, creo, se están alterando las imágenes flotantes de este capitalismo libidinal de lo cognitivo. Cierto?
Amador Fernández-Savater: Claro. El concepto ‘movimiento de la sociedad’ es un término que utiliza Raquel Gutiérrez Aguilar[11], y nosotros lo aplicamos al 15M de España –al que llamábamos también nuevo clima afectivo–, ya que, no fue un movimiento social, fue, más bien, un clima que hizo que otras cosas fueran posibles; fue un clima de los cuerpos, una temperatura de los cuerpos, a través del cual los cuerpos se hicieron capaces de cosas que eran incapaces antes de encontrarse con otros, de colaborar, de pensar, de decidir, de hacerse cargo de realidades que en principio fueron ajenas, no?
Diego Pérez Pezoa: Vencer el miedo también…
Amador Fernández-Savater: …vencer el miedo con otros, no? Ganar una cierta valentía colectiva para hacer cosas. Entonces, nos parecía que el movimiento 15M desbordaba los pequeños colectivos, desbordaba los movimientos sociales como los estábamos conociendo hasta ese momento en España y Europa. Y era un movimiento que afectaba a toda la sociedad, ese clima tocaba a toda la sociedad, o, por lo menos, con un nivel de interpelación muy grande que nosotros desconocíamos. Por tanto, no era un movimiento social acotado, parcial, con una temática puntual, sino que era más bien eso: un clima de los cuerpos, y fundamentalmente es una pregunta sobre en qué sociedad vivimos, sobre “qué es democracia”, “lo llaman democracia y no lo es” –como decía la consigna–, entonces, ¿qué es? Y ¿quién nos ha dicho que en lo que vivimos es democracia?, ¿Y al servicio de qué está?, ¿cómo podemos transformarla? De modo que eran preguntas que estaban diseminadas por la sociedad entera. Había una escala de expansión que desbordaba los límites clásicos del movimiento social, y extendía preguntas por rincones de la sociedad que los políticos, incluso los movimientos sociales tradicionales, nunca habían llegado. Y, también, de alguna manera, difundía imágenes de alternativas de felicidad; porque la plaza no era sólo un lugar de deliberación política, de lucha política, de discusión política, era un lugar, también, de disfrute, un lugar de alegría, un lugar de felicidad que no pasaba por la carrera permanente hacia el rendimiento del capitalismo libidinal cotidiano en competencia con los demás. El otro ya no era un competidor, era un cómplice. El otro era alguien con el que podía hablar y podía hacer cosas. Había una apertura, una pregunta, una curiosidad, un deseo por el otro. Había una alegría de la abundancia de tiempo libre. Estamos todos juntos todo el día en la plaza sin hacer nada más que estar ahí. De repente, se acaba la ansiedad por el tiempo ligado al capitalismo libidinal. Había un disfrute del estar-ahí sin un logro concreto…
Diego Pérez Pezoa: Claro, el placer por el mero hecho de estar juntos, y por reconocerse…
Amador Fernández-Savater: …por reconocerse y la alegría de estar juntos, la alegría de pensar lo mismo. Entonces, en ese sentido era un clima afectivo nuevo, como movimiento de la sociedad y no movimiento social, que extendía preguntas y respuestas.
Diego Pérez Pezoa: Y estas preguntas ¿cómo las plantearon tú y tus amigos y amigas, a propósito de cierta tradición del pensamiento crítico? Lo pregunto, ya que el pensamiento crítico ve precisamente en la alegría, en la felicidad, afectos desinteresados por la historia y los dispositivos que han hecho sentido a la tradición política. Ven cierta forma de dominación, cierto síntoma de ideología en dichos ánimos. ¿Cómo fue ese debate al respecto?, ¿Cómo crees tú que se da ese diálogo con el pensamiento crítico, que tiende a ser más bien sospechoso con estas maneras de expresarse de la sociedad, y no de lo social?
Amador Fernández-Savater: O sea, desde luego nosotros –y hablo de “nosotros” porque son experiencias vividas en colectivo y por tanto me cuesta mucho decir “yo”– nos colocamos de parte de lo que pasaba y no de la teoría, es decir, buscábamos en la teoría modos de intensificar lo que pasaba, porque nos parecía que podíamos robarle, piratear a la tradición filosófica algunos conceptos que podían intensificar lo que ocurría, fortalecer lo que pasaba. En mi caso, pues mucho de mi trabajo fue con Rancière, porque me pareció de alguna manera que entre la teoría de Rancière y el 15M habían circulaciones interesantes, no en el sentido de que el 15M se pudiera pensar aplicando la teoría de Rancière, sino que la teoría de Rancière se entendía…
Diego Pérez Pezoa: Claro, exacto. Hubo una retroalimentación teórica…
Amador Fernández-Savater: Exacto. Entonces, por ejemplo, una cuestión que fue central para nosotros ante el 15M, fue la potencia del cualquiera, es decir, el movimiento se basa en la gente cualquiera. No se basaba principalmente en los movimientos históricos ni en los militantes comprometidos que venían de lejos, con una trayectoria, unas peleas, unas biografías, sino en los recién llegados. Por supuesto que estaban todos los militantes ahí. Pero, sin los recién llegados, no hubieran sido nada más que los diferentes grupos de siempre que se pelean unos con otros, como siempre. Eran los recién llegados los que traían una dimensión de novedad, de la alegría de que algo nuevo estaba pasando y no éramos siempre los mismos con nuestras peleas y nuestra impotencia, sino que algo nuevo estaba ocurriendo. De modo que los recién llegados podían pensarse siguiendo a Rancière mediante una política de cualquiera, ¿cómo podemos inventar una política para cualquiera? Lo cual era un desafío enorme (que fracasamos), porque la política para cualquiera es cómo nos organizamos sin los estamentos tradicionales de la tradición política. Siento que el cualquiera también tiene una vida, que no puede cancelarse para ir a la asamblea 24 horas…¿Qué pasa con la violencia?, ¿Qué pasa con la toma de decisiones?, ¿Qué pasa con la convivencia? La idea era comprender la teoría como algo que ocurre siempre detrás de lo que pasa. La teoría siempre para intensificar lo que pasa. Proponer nombres e imágenes. También, proponer autores distintos. Qué podemos robar para hacer ese trabajo de intensificación. Y uno de ellos, como ejemplo, es Rancière con su idea del cualquiera, porque el cualquiera es el centro del movimiento.
Diego Pérez Pezoa: Claro, la política a partir de una ontología del cualquiera. Esta ontología es muy interesante en Rancière porque, al fin y al cabo, lo primero que él suprime es la idea de que una teoría, o un intelectual, tiene que estar a la vanguardia de ese movimiento. Y ni siquiera a la retaguardia, sino que va siempre en paralelo, va coexistiendo con el movimiento. A propósito de eso, en tu texto La fuerza de los débiles[12] –que a todo esto es un texto maravilloso sobre el 15M– se encuentra la idea de una activación del pueblo como activación energética. Es decir, todo este re-encantamiento de lo político pasaría por cierta redistribución, no solo sensible –para dejar de seguir el hilo rancièreano– sino que, también, es una redistribución energética de las ocupaciones. A propósito de retomar un entusiasmo –pensando en Lyotard, por ejemplo. Cómo aprecias este punto en relación a lo que fue posteriormente el 15M: estoy pensando en la aparición de Podemos que vino, como algunos dicen, a neutralizar esta potencia de cualquiera, así como otros señalan que llegó para encarnarla. Aquí, para “nosotros” fue el Frente Amplio, que decantó en el actual gobierno de Gabriel Boric…Porque, claro, hay una melancolía del pensamiento de izquierda y tradicional que no permite una reactivación de ese tipo, porque se percibe una suerte de transgresión a la memoria política, a la memoria militante…
Amador Fernández-Savater: Sí, totalmente. A ver, diez años más tarde, en pandemia, una vez disuelto ya el clima afectivo del 15M, en un momento muy distinto, propuse hacer un balance sobre el 15 M para entrar nuevamente a la discusión con un cambio de categorías, producto de esta relación tan desenvuelta que tengo con los autores para pensar cosas que me inquietan en el presente (Yo siempre digo: poliamor con los autores, por favor [risas], en vez de andar de pareja con Badiou, o estar peleado con Agamben [risas]…
Diego Pérez Pezoa: …yo también pienso algo parecido! O sea, creo que hay que generar intimidades con los autores, para despojarse también de toda la carga crítica, perspectivista…
Amador Fernández-Savater: Reverencial…Intimidad casi mejor que poliamor, porque no sería simplemente relaciones sexuales [risas], sino lograr una cierta intimidad con un autor me parece muy importante. Entonces, en todo caso, un amor, un respeto).
Entonces, te decía, las referencias cambian de Rancière a Rozitchner y Lyotard. Porque a mí lo que me interesa pensar es precisamente lo que tú estás diciendo: la fuerza del 15M como una fuerza energética, eso se piensa con Rozitchner, eso se piensa con Lyotard y la economía libidinal. Son cuerpos que producen afectos. Esos afectos desplazan lo posible y lo imposible. La discusión directa ahí es con el populismo de Laclau. Me parece que es una teoría que tuvo una aplicación en España de manera directa por parte de la dirigencia de Podemos. Me parece que lo que imponen es una semiótica de lo político, en la cual la escucha, ya no es una escucha de una intensidad, de las fuerzas que te afectan, que te cambian el cuerpo, que te desplazan, que te mueven, que te conmueven, que te inquietan, que te pierden también, sino que es una escucha con un código previo que es el código populista. El código populista establece que lo social emite demandas insatisfechas democráticas, y el político las anuda en torno a un significante vacío, estableciendo una frontera antagónica con un otro. De repente, la política se convierte en una semiótica, que tiene un código que escucha de datos. No escuchas detalles –como te decía en un principio sobre la escucha de lo detalles. Ahora se escuchan datos, y se recodifican datos en nuevos códigos políticos…
Diego Pérez Pezoa: Hay un ciframiento de la política…
Amador Fernández-Savater: Exacto. Entonces, habría que pensar que la política no es una semiótica, sino una cuestión de energías y de fuerzas. Eso es lo que intento en el libro La fuerza de los débiles, junto con Lyotard y con Rozitchner. La idea es volver a resituar, a reponer energías, fuerzas y cuerpos en el centro.
Diego Pérez Pezoa: Claro, porque hay dos maneras entenderlo: en Chile, entre el 18 y el 19 de octubre de 2019, entre esos dos días, lo que ocurrió básicamente fue la instalación de una teoría política de la fiesta, es decir, no las fiestas diagramadas y programadas por las grandes productoras globales del espectáculo, ambientadas por cuerpos desatados e individualizados por una experiencia narcotizada en los fervores de la axiomática libidinal del capital, sino que fue más bien una fiesta donde logramos desidentificarnos de una subjetividad neoliberalizada, y nos transformamos en una especie enmascarada basada en la esperanza –para decirlo rápidamente, aunque no sé si la esperanza es la mejor palabra para representar este enmascaramiento–, pero tiene que ver con la reinstalación de una utopía. Cómo ves tú esa relación entre reactivación de lo utópico y reactivación de lo energético. Y también, cómo piensas la relación entre imaginario y política, que es una inquietud muy presente en tu obra, cierto?
Claro, lo pregunto, pensando en contrarrestar todas estas proposiciones críticas que ven en esa teoría de la fiesta, es decir, en esa teoría que emerge de la pura interrupción por estar juntos, una ausencia de proyecto, de síntesis o de recuperación, o de renovación existencial, sino que ven una cuestión puramente catártica, una catarsis desatada, por ejemplo Carlos Peña, en libro Pensar el malestar[13], señala que, en el fondo, toda la revuelta no fue más que un desatado alboroto de personas que no crecieron con sus padres, sin apego…
Amador Fernández-Savater: Claro, yo no recuerdo, la verdad –aunque sí que había un ambiente de enamoramiento, de alegría, de festividad, desde luego, había un derroche, un estar -ahí sin preocupación por el mañana, en una cuestión muy física, de un despilfarro de uno mismo. Pero yo, la verdad, nunca he pensado en la fiesta para hablar del 15M. No, no lo recuerdo así, porque, más bien, esta cuestión energética…
Diego Pérez Pezoa: No, no, el asunto de la fiesta para pensar la revuelta fue un recurso que utilicé in situ para describir la revuelta en su dimensión estética y suspensión temporal, y que posteriormente lo redacté en un texto que se tituló Ocio y revuelta[14]. Rodrigo Karmy, un par de años después, propone en su estudio sobre el fantasma de Diego Portales[15], de manera similar, una teoría de la fiesta: un fantasma portaliano que aparece, a cada instante en la historia social de Chile, para reprimir el placer de estar juntos, reprimiendo la experiencia efectiva del estar-juntos, de un nosotros no calculado, porque un cuerpo muy suelto siempre es peligroso para la razón gubernamental…
Amador Fernández-Savater: Lo que me resuena más sería, a propósito, la noción de utopía en Marcuse. Es muy interesante como Marcuse piensa la cuestión de la utopía, porque no es para nada una especulación. El futuro no es para nada un no lugar, no es para nada algo colocado en un horizonte que nos guía. No, el mundo está preñado de potenciales y esos potenciales son las utopías.
Entonces, me parece que algo como el 15M o el octubre chileno están preñado de potenciales. Y que podemos desplegar para una nueva forma de vida; otra forma de relacionarse con el trabajo, con el saber, con la ciudad, con la vida, con la muerte, con el cuerpo. En un movimiento podemos estar a la escucha de potenciales. En ese sentido, yo velo más por la cuestión de la fuerza de lo energético, de sus potenciales efectos, que están emergiendo en un movimiento. Cómo podemos escuchar ese potencial, acompañarlo, desplegarlo. Me parece que cuando se restituye el orden habría que pensar hasta qué punto esa maldición de la contrarrevolución, que vuelve como un boomerang en la historia, y que a su vez, al parecer,
Diego Pérez Pezoa: …se está reconstituyendo, reinventando constantemente para bloquear esas potencias.
Amador Fernández-Savater: Exacto… para luego reintroducirlos en un cierto orden, que es al mismo tiempo el orden ya establecido, captando los potenciales. Esos potenciales están proponiendo maneras de imaginar cualitativamente diferentes, y la teoría populista, los gobiernos que se hacen adepto y los partidos que profesan esa teoría, reintroducen en esos potenciales lo ya conocido, y los restringen a un aspecto cuantitativo. No digo que no sea importante mejorar la redistribución de las cosas, una mayor igualdad económica, un amortiguamiento de las desigualdades, de la deuda, de la pobreza, de la miseria. Por supuesto que todo eso es fundamental. Pero pensar un potencial imaginativo es una diferencia cualitativa, imposible de cifrar. Marcuse dice: hay algo que emerge, hay algo que es y podría ser, a la vez. Eso que emerge ya está aquí. No está en un no lugar; no es algo acabado, tenemos que acompañarlo, es una semilla que hay que cuidar como jardineros; ya no como vanguardias que fuerzan las cosas, que las quieren llevar a donde ellos quieren, sino como jardineros, tenemos que intentar que maduren.
El problema es que cuando aparece la fase del orden, creo que los potenciales quedan capados. Nos estaban proponiendo otra manera de relacionarnos con la política, con el trabajo, y se reinterpretan como reconfiguración de la política, como “un poco más de trabajo en mejores condiciones”, cuando en realidad lo que nos están proponiendo es otra manera de pensar la política, otra manera de pensar el trabajo, la producción, el consumo. Es un poco lo que ocurrió en España; no sé qué necesidad histórica hay de estabilización, de institucionalización, para que los potenciales siempre queden capados una y otra vez. Por qué no intentar inscribirlos en unas instituciones que los tengan en cuentas, y así establecer cambios en las maneras de hacer. Porque, si no, caemos en una contradicción, donde el momento de la espontaneidad festiva que alumbran esos potenciales se disuelven una y otra vez, o, a modo de ejemplo, la burocratización en su recomposición de la vida cuantitativa se ve fielmente representada en la serpiente uróboro que instalaron esos chicos encima del pedestal el otro día en la Plaza Dignidad[16]. La repetición; la serpiente se come los potenciales para regresar a lo mismo.
Diego Pérez Pezoa: Exacto. Eso simboliza precisamente que la historia tradicional de lo policial es la reconstitución del orden eterno de la realidad…
Amador Fernández-Savater: Claro, exacto. La política deviene policía. Entonces, ¿cómo podría haber una inscripción en una realidad? Hay un deseo de que la revuelta, en algún momento, cese, una cierta normalidad de la vida. Pero, ¿cómo podría esa cotidianidad construirse, no en la negación de los potenciales, sino, en una porosidad de la realidad…
Diego Pérez Pezoa: O en la proliferación de ese potencial…
Amador Fernández-Savater: Claro! Pensar lo utópico como potencial.
Diego Pérez Pezoa: Sí, exacto.
Amador Fernández-Savater: Por ahí sí que puedo agarrar una idea de festividad como potencial.

Presentación del libro El eclipse de la atención. En la foto, Amador es acompañado por Hugo Sir y Patricia Castillo.
Diego Pérez Pezoa: Genial! Querido, antes de pasar a revisar tu última publicación, El eclipse de la atención[17], en co-autoría con Oier Etxeberria, con el título del libro que acabamos de comentar, La fuerza los débiles, no puede dejarme de resonar la brutalidad que está ocurriendo en Gaza. Toda esta re-codificación, toda esta reconfiguración de la maquinaria y la tecnología bélica del futuro militar y policial, se está experimentando en Gaza. ¿Cómo crees tú que se re-articula la “fuerza de los débiles” en estas circunstancias?, ¿Cuál es la historia de la fuerza que nos permite pensar una posible respuesta al genocidio que ocurre en Gaza? Creo que, en otras de tus entrevistas[18], mencionas a Carl Von Clausewitz, a propósito de pensar la guerra, y donde uno tiene que tratar de reflexionar sobre cómo resisten los vencidos, o cuáles son, en otros límites, las esperanzas de los más débiles. ¿De dónde emerge esa fuerza? Algo sumamente inquietante para nosotros los que estamos viendo es devastación a través de las redes sociales y medios de comunicación.
Amador Fernández-Savater: Exacto. Me parece muy buena tu pregunta. Pues, lo que pasa es que en la manera de captar lo que está ocurriendo en Gaza, que es muy limitada a la tragedia sangrienta, no veo más que el aplastamiento de la fuerza de los débiles. Porque lo que se pone en marcha, me temo, aunque me encantaría estar equivocado, es la guerra en espejo hegeliana, no? La guerra simétrica[19]. Entonces, hay dos pueblos que pelean de manera muy parecida, aunque uno tiene más fuerza que otro. Y que de alguna manera, esas fuerzas alimentan la victoria de sus pueblos, eliminando cualquier fuga, cualquier bifurcación, cualquier desvío, cualquier potencial, cualquier diferencia cualitativa. Y esa fuerza sería la fuerza del terror: me parece que el ejército israelí, con un poderío bélico que todos conocemos, con el apoyo de Estados Unidos, por lo demás, utiliza el horror para conseguir la victoria. Sin embargo, también, me parece que Hamas no logra escapar a ese uso del terror para intentar aplacar una violencia desatada…
Diego Pérez Pezoa: Utiliza la misma lógica, dices?
Amador Fernández-Savater: Claro, una lógica de guerra que se asemeja a la serpiente uróboro. Un uróboro en Hegel, me parece que serían dos pueblos que se comen…
Diego Pérez Pezoa: Peor aún, porque eso simbolizaría la marca de la guerra infinita definitiva.
Amador Fernández-Savater: Exacto, porque, además, los medios de comunicación y sus batallas digitales, te dicen que tienes que estar con uno o con otro. Entonces, en vez de un uno que se come a otro, serían dos que se comen, a la vez, donde todo queda reducido a un tablero de ajedrez, tal como lo hace el gobierno israelí. Sé que hay fuerzas de otro tipo; lo que pasa es que no sé dónde están, no sé si existen ya. Por ejemplo, yo tuve hace tiempo contacto con uno de los líderes de la desobediencia civil palestina, Ali Abu Awwad, pues, él hablaba de una fuerza de los débiles, una fuerza de otro tipo, una fuerza éticamente asimétrica[20]. En el sentido de que renuncia al uso del terror, renuncia a hacer lo mismo que el enemigo, renuncia a usar las vidas como piezas en un tablero de ajedrez en el que yo dispongo de ellas. Renuncio a la muerte. Aunque tenga que dar mí muerte, en algún caso.
Diego Pérez Pezoa: Esa fuerza, al mismo tiempo, tiene que estar constantemente tratando de generar espacios de diálogo con otras maquinarias que uno tiende a ver de manera más ajena, pero que también detenta esa fuerza de los más débiles. Me refiero a la maquinaria iraní, con Hezbollah y Hamas a la cabeza (según tengo entendido ‘Hamás’ significa, en árabe universal, ‘entusiasmo’, ‘fervor’, valentía’, es decir, expresa una especie de fuerza), y toda esa triangulación que está resistiendo al sionismo, pero que en el fondo los más sacrificados de esa resistencia son los habitantes del territorio de Gaza. Su territorialidad y sus cuerpos. Estaba pensando, sobre la marcha, acerca de la idea del cuerpo sacrificial, cierto? Al parecer no nos podemos despojar de una manera de gobernar que consiste en cuerpos que tienen que sacrificarse. Y que no solo tienen que sacrificarse en una guerra, sino que también cotidianamente; sacrificios sanitarios, sacrificios educacionales, sacrificios laborales, es decir, sacrificar todo lo que implica un cuerpo.
Pero, bueno, para ir cerrando esta entrevista, me gustaría que conversáramos finalmente sobre tu texto El eclipse de la atención. Es interesante la relación que planteas entre atención y capitalismo, atención y recuperación, atención y aburrimiento, atención y cuidado. Es decir, yo los veo como estrategias que están dialogando, pero también generando una contraparte con otras formas de comprender la actualidad psicopolítica. Estoy pensando, por ejemplo, en el aceleracionismo que ve en la lentitud, en el cansancio, en la espera, en la atención, más bien complicidades con el capitalismo, con el realismo capitalista, mejor dicho. En ese caso, cómo ves esa tensión entre el una detención y aceleración del capitalismo, a propósito del contexto y el marco de producción de este libro.
Amador Fernández-Savater: Yo creo que la propuesta del libro sería la de desplazar la cuestión de la atención de donde está atrapada: que es la idea de que atención significa concentración. Concentración es manipular la atención, es decir, utilizar nuestra capacidad de percepción, nuestra sensibilidad, nuestra escucha, ahí donde nos dicen que tenemos que ponerla, no?
Diego Pérez Pezoa: …ahí te refieres a la utilización de la percepción dentro de una lógica productiva?
Amador Fernández-Savater:…así es, una lógica productiva, tal como un objeto de consumo, una coyuntura política, atención al Trending Topic, al Hype, al Zapping. Una atención autoritaria que te dice: “¡aquí es donde tienes que mirar!” Entonces, frente a eso nuestra idea es concebir que la distracción es una rebelión. Muchas veces denostada y denigrada, ¿por qué no pensar que la distracción es una rebelión contra una atención que pretende capturarlo todo en un solo punto vertical? Cuando el profesor le dice a los chicos: “¡no estáis prestando atención!”, en realidad lo que quiere decir es: “No me estáis atendiendo a mí, que soy el polo central del conocimiento, o sea, el único y monopólico centro del saber”. ¿Por qué no pensar que en los chicos hay una rebelión, una cierta rebelión imaginaria? No se trata de una insolencia violenta contra el profesor, es más bien una desobediencia contra la organización del saber; una rebelión que expresa: “No estoy poniendo la atención donde tú me dices que tengo que ponerla”. La atención en ese punto está derivando en la imaginación, en el sueño, o en lo somnoliento directamente de los chicos en el aula, no? Entonces, me parece que el semiocapitalismo que menciona Bifo[21], pues captura esta atención como una atención focalizada, que implica, al mismo tiempo, la captura en automatismos que nos incitan a la delegación de la atención…
Diego Pérez Pezoa: Claro, por eso te preguntaba acerca de estas lecturas sobre el aceleracionismo, ya que esta perspectiva ve en estas automatizaciones una chance de superación de la axiomática capitalista; por un lado, por ejemplo, Nick Land apuesta por el colapso del sistema capitalista, y, por otro lado, hay un aceleracionismo de izquierda que vislumbra una nueva diagramación de lo político a partir de los cuerpos sobrantes, los cuerpos desempleados, de los cuerpos que no trabajan, con los que se puede constituir una ecología de esos cuerpos, pero que solo se alcanza a través de la automatización de la vida en general, mediante una especie de alienación positiva…
Amador Fernández-Savater: No sé qué tipo de automatización están pensando ellos. Habría que descifrar el debate, seguramente un debate sobre el cruce entre tecnología y política, no? Ahora yo estoy dando clases en un colegio, desde hace un año, y la automatización de la atención, vía protocolos, me parece nefasta. Porque lo que hay es una pérdida de la atención más espontánea del cuerpo…
Diego Pérez Pezoa: Y del entorno, no?
Amador Fernández-Savater: En ese sentido, la atención no es algo focalizado, porque es algo abierto al entorno: no estoy mirando haciendo túnel, como se dice. No. Eso es para leer, sí, pero por ejemplo, para la clase, no. Tú tienes que estar atento a un montón de corrientes de deseo, de una atención que sube y baja. Entonces, la automatización de la atención en protocolos para gestionar agresiones, tentativas de suicidio, autoagresiones de todo tipo, me parece nefasta. Porque, a su vez, es una especie de negación de la sensibilidad, de la escucha, de la subjetividad en un automatismo que es incapaz de percibir lo diferente, lo nuevo, lo singular. Que cada chico y cada chica es singular, claro, cada caso tiene un problema específico, tiene un matiz propio, cada aula es un mundo singular…
Diego Pérez Pezoa: Ahí aparece un cuerpo sacrificial. O sea, si queremos automatizar la vida para generar más desocupación, que podría ser precisamente la renuncia a ese tiempo libre donde van a aparecer la atención, la espera, una nueva escucha, se hace a partir de una gran masa humana que tiene que producir esa automatización y, por lo tanto, perder la atención, cansarse, y así sucesivamente..
Amador Fernández-Savater: Totalmente de acuerdo. Sí, me parece que de alguna manera igual se podría vincular esta idea de las poblaciones desechables, no?, que hoy traen algunos autores, donde la automatización es una exclusión de una masa de gente y de una masa de lo humano mismo que ya es obsoleto. ¡Lo Humano ya está obsoleto!, porque lo humano es lento, se cansa, tiene un cuerpo, no quiere trabajar, tiene pulsiones, es un enigma, es un misterio, es ilegible, es irracional –como el inconsciente–, nuestras elecciones…
Diego Pérez Pezoa: Claro, como lo dirían algunos neurocientíficos como Changeux o Damasio: el humano tiene un cerebro, y eso ya es suficiente para estar obsoleto. El cerebro funciona lento, diría Maffei[22].
Amador Fernández-Savater: Yo diría esto: un cerebro físico y orgánico, y un ‘yo’ con un inconsciente ingobernable, donde lo humano mismo sea un fallo a descartar para intentar hacer un update de la especie humana hacia una inteligencia artificial encarnada, pues, eso va a producir una cantidad de exclusión, de sacrificio, de vulnerabilidad desechable, inmensa. Porque no hay que olvidar, también, que las tecnologías no son dispositivos que florecen por sí solos –me parece que la idea de Heidegger de no hablar de capitalismo, sino de técnica, para mí es muy extraña–.
Diego Pérez Pezoa: …siempre es tecnocapitalismo!
Amador Fernández-Savater: Por lo menos, para mí, esto así es. No son las tecnologías en sí mismas las que generan violencia, sino , la técnica atravesada por un impulso de rendimiento, de control, de disciplina. Esas son las técnicas que se han ido aplicando en nuestro mundo, en las fábricas para controlar a los trabajadores, para hacer rendir los cuerpos. En este sentido, yo creo que hay que hacer una defensa de la subjetividad; lo humano, no como lo desechable en este mundo, como lo que se quiere semiotizar completamente. Yo creo que todo el hilo de esta entrevista es intentar pensar lo que escapa a la semiotización; cómo, por tanto, pensar lo político sin semiotizarla, porque finalmente toda la teoría de Laclau –aunque no exclusivamente él y su obra– sintetiza todo la historia de la política como lectura semiótica de lo político; creando códigos leo demandas, cifro la queja, encripto la escucha. De modo que esta es una manera de pensar lo político a través del semiocapitalismo. Es toda una cuestión de significados sobre la lectura de lo político…
Diego Pérez Pezoa: … a propósito de eso, ¿cómo escapamos de la semiotización de lo político? Pensando en esto que mencionaste, y que me encantó, la distracción como rebelión. ¿Qué semejanza podría existir entre esta ‘rebelión de la distracción’ con la aventura intelectual, propuesta por Rancière en El maestro ignorante[23].
Amador Fernández-Savater: Claro. O sea, en realidad la idea sería comprender que la distracción podría ser una manera de atención. Por ejemplo, cuando Walter Benjamin habla de cómo conocer una ciudad, pues, habla de un vagabundeo, o sea, un vagabundeo, que es también un vagabundeo de la imaginación y del deseo. Conocer un lugar en vez de ir al código de la guía que te dice dónde tienes que ir y qué pensar, que te dice lo que tienes que ver o apreciar en tu entorno. Vagabundear por la ciudad, captar algunos detalles, hacerte tu idea de una ciudad, sin la mediación de una explicación. Estás en la ciudad como en un paisaje y tú mismo te haces un relato de lo que está pasando. Y no importa si es así o no es así…
Diego Pérez Pezoa: Este vagabundeo te incita a narrar, no es así?
Amador Fernández-Savater: …te incita a hacerte una idea de esa ciudad. Luego le cuentas a otra persona sobre Santiago de Chile, o tú, cuando viajes, cuentes sobre Madrid, y así viceversa [risas], evitando el código de una ciudad…
Diego Pérez Pezoa: …evitando la lógica turística…
Amador Fernández-Savater: …lógica turística sería la semiotización de la experiencia vagabundeante, y no entonces un vagabundeo que sería una distracción o satisfacción. Este vagabundeo no te dice dónde tienes que estar, y dónde tienes que terminar, sino que te estás desplazando permanentemente. Pues, realmente, me parece la distracción vagabundeante es el principio de una ‘aventura intelectual’, porque es la rebelión contra la captura de la atención en manos de las autoridades, por el polo centralizado de la atención, y, por tanto, la apertura de un camino imprevisto. No hay aventura intelectual sin desvío del deseo, sin vagabundeo de la imaginación y sin escapada, sin bifurcación. De esta manera, debe haber una cierta rebelión contra la semiotización del mundo, contra la conversión de la realidad en signo; políticas que nazcan desde esta apertura…¿cómo podemos abrir el cuerpo para percibir todas esas intensidades?
Diego Pérez Pezoa: Claro, el asunto ahí es que la práctica de la política contemporánea, en su dimensión pública y estatal, ha tenido que históricamente reacomodarse ante las nuevas formas de dominación, como son las lógicas transnacionales capitalistas y financiera. Entonces, para reconfigurar sus quehaceres han tenido que semiotizar aspectos que tenían que ver con el cuidado del buen ciudadano, con determinada higienización de la mirada, de la percepción, del cuerpo, conforme a las leyes; todo lo que tiene que ver con la transformación del ciudadano en consumidor, claramente es hoy en día la época donde estamos experimentando los efectos en el espacio privatizado de dichas transformaciones…
Amador Fernández-Savater:…sabes? El otro día, compartí mesa con un joven, en uno de los varios encuentros que he tenido en mi paso por Chile, que pertenece a la generación que ahora está en el poder en Chile, y que conoce, por tanto, a todos los asesores de Boris, porque son sus amigos también, y a partir de eso me preguntaba: ¿por qué no mejor los invita a que se arriesgen a realizar una política territorial, donde realmente puedan percibir y contrastar –por último– lo que piensan sobre la sociedad y la política? Me decía a mí mismo: yo me negué a todo eso en España, a toda invitación a asesorar a los que también fueron mis amigos, pero bueno, hubo amigos que entraron ahí semiotizando la realidad, a leer las cosas desde un código político pre-establecido. En ese caso, sin sonar naïf, ¿no sería mejor que los asesores salgan del segundo piso de La Moneda, y comiencen a contagiarse de una diagramación autónoma de la realidad que habitamos, y no transformarla es una cuadrícula espacial para luego rellenarla con datos y signos capitalistas?
Diego Pérez Pezoa: Claro, entiendo. Entonces, como eso no ocurre, lo que hay es una codificación de la realidad vulnerable en el mercado de los discursos políticos miserabilistas instalados para sobrevivir y para reintegrarse como clase política.
Amador Fernández-Savater: Totalmente. Digo, porque me parece que lo que hay que recuperar es el estar-ahí; eso es lo que entendemos como un precursor de lo político, completamente distinto y ajeno a la práctica policial; estar en la plaza, estar en el aula, estar –incluso– en los lugares de guerra, es una realidad inexplicable a la codificación política.

Diego Pérez Pezoa: Oye –a propósito de esto último–, qué opinas de la corriente infrapolítica?
Amador Fernández-Savater: El único que me ha llamado profundamente la atención es Jon Beasley-Murray y su texto Posthegemonía[24]…
Diego Pérez Pezoa: …creo que de toda la constelación de infrapolíticos, Jon Beasley-Murray es el más contundente, y el más interesante, por lo demás, respecto de esta discusión con Laclau y las nuevas concepciones de lo político postfundacional.
Amador Fernández-Savater: Exacto. Me gustó mucho. Le hice una entrevista hace ya unos 10 años, en relación con la experiencia española de Podemos, pero ahora la he incorporado en el próximo libro a publicar, Capitalismo libidinal; creo que ese material tiene total vigencia y me parece que está totalmente en línea con lo que hemos hablado sobre las intensidades, fuerzas, energías, cuerpos, inconsciente, sin aplicar un código que las encripte…
Diego Pérez Pezoa: Claro, porque, todas estas palabras, así tan sueltas, sin ser categorías, a los científicos políticos, a los teóricos políticos, y a los científicos sociales, también, les molesta la soltura de estas palabras que emanan de una realidad distinta a la que aquellos promueven…
Amador Fernández-Savater: …ese malestar los lleva al convencimiento de que la única manera de gobernar es siempre a través de una semiótica.
Diego Pérez Pezoa: Claro, exacto. Bueno querido, muchas gracias por tu tiempo y tus reflexiones.
Amador Fernández-Savater: Encantado. Gracias a ti.
NOTAS.
[1]Sigmund Freud (1986), “Análisis terminable e interminable (1937)”, Obras Completas XXIII, Amorrortu editores, Buenos Aires.
[2] Cf. Fredric Jameson (1989), <<The political unconscious. Narrative as socially symbolic act.>> [versión en castellano: Documentos de cultura, documentos de barbarie. La narrativa como acto socialmente simbólico, Visor, Madrid, 1989]
[3] Cf. Byung-Chul Han (2014), Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder, Herder, Barcelona.
[4] Cf. Catherine Malabou (2007), ¿Qué hacer con nuestro cerebro?, Arena Libros, Madrid.
[5] Cf. Peter Sloterdijk (2017), Estrés y libertad, Ediciones Godot, Buenos Aires.
[6] Cf. Peter Sloterdijk (2010), Ira y tiempo. Ensayo psicopolítico, Siruela, Madrid.
[7] Cf. Herbert Marcuse (1969), Eros y civilización, Editorial Seix Barral, Barcelona.
[8] Cf. Étienne de La Boétie (2016), Discurso sobre la servidumbre voluntaria, Virus editorial, Barcelona.
[9] Cf. Amador Fernández-Savater (2024), Capitalismo libidinal. Antropología neoliberal, políticas del deseo, derechización del malestar, NED, Madrid.
[10] Cf. Amador Fernández-Savater (2020), Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política, NED, Madrid.
[11] Cf. Raquel Gutiérrez Aguilar (2017), Horizontes comunitario-populares. Producción de lo común más allá de las políticas estado-céntricas, Traficante de Sueños, Madrid.
[12] Amador Fernández-Savater (2021) La fuerza de los débiles. El 15M en el laberinto español. Un ensayo sobre eficacia política, NED, Madrid.
[13] Carlos Peña (2020), Pensar el malestar. La crisis de octubre y la cuestión constitucional, Taurus, Madrid.
[14] Diego Pérez Pezoa (diciembre, 2019) Ocio y revuelta, ediciones A89, Valdivia-Santiago.
[15] Rodrigo Karmy (2023) Nuestra confianza en nosotros (El fantasma portaliano II), Ediciones Universidad de La Frontera, Chile.
[16] Amador se refiere a la intervención-instalación del Instituto de Motricidad Fina, Eterno Retorno III, realizada el pasado 18 de diciembre de 2023. Pueden revisar el registro de la intervención en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=NGDLsT8ZHt0&ab_channel=INSTITUTODEMOTRICIDADFINA
[17] Amador Fernández-Savater & Oier Etxeberria (coord.) (2023), El eclipse de la atención, NED, Madrid.
[18] La entrevista a la cual hago referencia, se puede encontrar en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=AzUCgEcc2Qs Y el libro de Von Clausewitz al que nos referimos es De la guerra, Editorial Fondo Hormiguero, Venezuela.
[19] Cf. Hegel, G. W. F., Principios de la Filosofía del derecho, §324-340.
[20] Ver: “La humanidad como arma: entrevista a Ali Abu Awwad”, Habitar y gobernar, 2020.
[21] Cf. Franco Berardi (2003), La fábrica de la infelicidad. Nuevas formas de trabajo y movimiento global, Traficante de sueños, Madrid.
[22] Cf. Lamberto Maffei (2016), Alabanza de la lentitud, Alianza, Madrid.
[23] Cf. Jacques Rancière (2010), El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual, Laertes ediciones, Barcelona.
[24] Jon Beasley-Murray (2010) Posthegemony. Political Theory and Latin America, University of Minnesota Press.
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